El objetivo de este foro es el de facilitar la relación entre los asociados. Se incluirán en él debates, consultas, testimonios y colaboraciones sobre temas relacionados con los fines de la asociación. Se invita a la participación activa de todos los asociados.

domingo, 28 de febrero de 2010

EL 7 DE MARZO UN PASO POR LA VIDA. Publicado por opusprima el 27 de Febrero

“Todo individuo tiene derecho a la vida” reza la Declaración Universal de los Derechos Humanos, afirmando ese derecho dado por la naturaleza a vivir en cualquier fase de su desarrollo biológico. La vida es un devenir que comienza con la gestación y genera un tertium existencialmente distinto de la madre, es decir, un nuevo y diferente ser humano, vivo y viviente, al que hay que respetar. Por esta razón, el Estado debe ser garante y no puede obstaculizar el proceso de su desarrollo.

Sólo en el terreno ideológico, que parece ser la única realidad absoluta que conocen los distintos partidos políticos españoles, el Gobierno de España presidido por Rodríguez Zapatero, debería apreciar que el aborto no es de izquierdas, al menos si atendemos a los presupuestos históricos del socialismo. La izquierda, se supone, como ellos no se cansan de repetir, defiende el movimiento obrero y a los más débiles. El aborto no es una cuestión trivial, está en juego una vida humana. La actual Ley y la nueva normativa no son lícitas. Ninguna sociedad democrática puede legitimar qué vida merece ser vivida y cuál no. ¿El aborto es un derecho de la madre sobre el hijo? La propiedad sobre las personas, por fortuna, ya fue abolida, por tanto, no es razonable la propiedad sobre el hijo.
Que España se aboca a un disparate cuya consecuencia puede ser el mayor cataclismo no es ninguna retahíla irreflexiva. La sinrazón opera en el Gobierno de España, empecinado en hacer de aborto un derecho y una necesidad de la dignidad de la mujer. Recordemos el desvarío de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, que llevando la contraria a ginecólogos, microbiólogos, genetistas y otros científicos afirmó con pasmosa autoridad que el feto de 13 semanas “es un ser vivo, lo que no podemos hablar es de ser humano porque eso no tiene ninguna base científica”. Poco tiempo después, dos eminentes catedráticos, Nicolás Jouve de la Barreda y César Nombela, fueron desgranando ante Aído las claves de la vida durante cuarenta minutos de exposición que la vidente ministra cortó con una tajante frase: “Para mí (¿opinión científica?) la vida humana no tiene ningún valor hasta el nacimiento”. Sin duda, Aído desconoce que a carga genética de un ser humano ya se halla en su totalidad en el cigoto – el resultado de la unión del gameto masculino con el femenino – y acompaña al ser humano hasta su muerte. Aído desconoce que en el momento de la fecundación ya se sabe si el ser humano en cuestión será alto, bajo, rubio o moreno… pero ella sólo pudo y sólo supo, con el descaro del ignorante y, en consecuencia, del perverso, decir que todas esas explicaciones científicas eran demagogia porque iban en contra de su ideología.
Si el siglo XX vivió la guerra de los totalitarismos, el siglo XXI está viviendo la guerra entre la vida y la muerte. Por ahora la cultura de la muerte está asentada cómodamente reconocida por el Parlamento democrático. Los defensores de la vida son muchos, pero en España no cuentan con suficiente apoyo político, económico ni mediático. Son francotiradores cuya arma es la razón y la ciencia. Nadie puede poner en duda que la vida humana, por sí misma, es digna y valiosa. Nadie puede discutir, consecuentemente, que hay la necesidad de respetar y cuidar esa vida en cualquiera de sus estadios biológicos. Una sociedad que quiera llamarse democrática puede fomentar y promover a cultura de la muerte.
Qué la vida humana debe respetarse desde su comienzo hasta su final es una verdad que no necesita vencer, sino convencer al ignorante o malévolo. En Estados Unidos, desde que se iniciaron las campañas de ayuda a las mujeres embarazadas para que no abortasen, la cifra de abortos ha disminuido considerablemente. Sin duda hay que prestar todo el apoyo a la mujer, pero ese apoyo no puede ser la fácil solución de decirle: puedes abortar, es un derecho. Cuando una persona conoce todo el misterio, inteligencia, belleza y bien que existe en todas las etapas de la vida humana, desde la grandeza del poder genésico hasta las fascinantes relaciones biológicas que se establecen entre la madre y el hijo que lleva en su seno, cuando se conoce el desarrollo del ser humano desde el cigoto hasta el momento del parto, surge el respeto, e amor sincero por ese ser y en consecuencia la actitud de protección. De la unión de un espermatozoide y un óvulo humanos surge la creación más bella y valiosa del universo: un ser que viviente y amante.

UN PRECIOSO TESTIMONIO DE UNA MADRE Y MATRONA.

Me llamo Mª Lourdes Palau.
Soy madre de 4 hijos y trabajo como matrona, desde hace más de 26 años.
Una de las satisfacciones más grandes de mi vida ha sido cuando las madres, y han sido muchas, ya con sus hijos en brazos y con una sonrisa de gran felicidad en sus labios, han venido a darme las “gracias” por haberlas animado a seguir adelante en su gestación en un momento de duda y sufrimiento.
Comparto lo que afirman los sicólogos:
No hay que hablar más de hijos “deseados” o “no deseados”, sino de hijos aceptados (pues en realidad es lo que importa).
Para que los hijos sean felices no es “imprescindible” que sean deseados, ¡ni mucho menos! sino aceptados.
A lo largo de estos 26 años yo no he visto ninguna diferencia entre “embarazos deseados” o “no deseados” si el embarazo es aceptado en un determinado momento.
Cuando la madre ya acepta su situación se la ve muy feliz, siempre, siempre, y llega a querer a su hijo de la misma manera que la mujer que lo ha “buscado” durante largo tiempo.
Por mi experiencia sé que una madre con una “gestación-sorpresa”, muchas veces sólo necesita unas palabras de ánimo. Muchas veces es lo único que necesita.
Otras veces, quizás, más apoyo, pero lo más importante es darles tiempo porque, hacia la mitad del embarazo, o casi siempre mucho antes, (entre la semana 12 y la semana 20) surge su “instinto maternal” y ya no consentirán que nadie mate a su bebé...
Cuando se les da la ocasión (yo siempre lo hago) de que la madre escuche el latido del corazón de su hijo (supongo que ya sabéis que late a las 6 semanas, cuando la madre acaba de “sospechar” su embarazo) prácticamente todas las madres que oyen este corazoncito comienzan a aceptar y amar a su hijo y a desear protegerlo. Pero hay que darles la ocasión de oírlo ¡claro!
¡A cuántas mujeres he visto entrar angustiadas en la consulta, y con dudas de seguir adelante el embarazo y, pocas semanas después, ser una madre sonriente, feliz y entusiasmada con los movimientos de su bebé y que espera contenta e impaciente el nacimiento de su hijo!
¡Podéis imaginar mi alegría y alivio!
¡Démosles una oportunidad, a ellas, y a sus hijos!
Nunca una mujer será “objetiva” en una “ley de plazos”. Muchas veces la mujer no está sicológicamente en condiciones de tomar esta decisión tan grave, en ese breve tiempo y que, además, le afectará toda la vida, ya que, entre muchas otras secuelas, será extremadamente difícil que pueda quitarse el sentimiento de culpa…

Hay un consejo muy sabio y sensato: “Nunca hay que tomar decisiones graves, serias, vitales, cuando se está en desolación...”, porque probablemente nos equivocaremos.
Y en los primeros meses del embarazo todos sabemos que es muy frecuente (debido a las hormonas de la maternidad) que la mujer se encuentre mal, tanto física como sicológicamente (nauseas, vómitos, malestar, cansancio…) y eso, añadido a circunstancias agravantes (personales, familiares, sociales, etc.) hacen que ella, en absoluto, esté en condiciones de tomar una decisión objetiva y acertada, sobretodo si recibe fuerte presión en contra, del tipo que sea.
Si el vientre materno fuera de cristal ¡podríamos contemplar este milagro de la vida! ¡Cómo se va formando este nuevo ser humano él solito, sin que su madre haga nada especial: simplemente protegerlo, acogerlo! ¡Qué maravilla!
Recuerdo al principio de ser matrona, asistiendo a un aborto involuntario, cómo sostuve en mi mano temblorosa, un pequeñín de unas 10 semanas (que mediría unos 4-5cms. y que cabía de sobra en la palma de mi mano).
Era un pequeño varón, y lo contemplé largo rato, llena de admiración: nunca había visto algo tan pequeño y tan perfecto. Estaba con los párpados cerraditos y todo su cuerpecito ya completamente formado; parecía dormir en mi mano, pero estaba muerto.
Se distinguían perfectamente los minúsculos bracitos, piernecitas, deditos, uñitas, orejitas… ¡Nunca había visto algo tan pequeño y tan perfecto! ¡Sin comparación con ninguna muñeca hecha por mano humana! Y yo no me cansaba de contemplarlo, llena de admiración…
No sufrí mucha pena porque había sido involuntario y el pequeñín ya no sufría.
Pero sí recuerdo, aún impresionada, cómo lloré la vez que asistí a otro aborto espontáneo, involuntario e imprevisto:
Eran dos gemelitos, de 20-22 semanas (la Ley en nuestro país permitirá el aborto hasta esa semana).
Los pequeños estaban perfectamente formados. Aunque su tamaño era el doble de grande que el otro pequeño que acabo de comentar, seguían siendo tan pequeños que cabían en mis dos manos.
Nacieron vivos y agonizaron largo tiempo delante de mí. Abrían sus pequeñas boquitas buscando un aire que sus pequeños pulmones, tan pequeños e inmaduros, aún no podían asimilar.
Yo lloré desconsolada, llena de impotencia, y sin poder hacer nada por ellos, por su inmadurez y por ser tan pequeñitos.
Pensé: si da tanta compasión verlos morir sin remedio, tan pequeños e indefensos, ¿qué será un aborto provocado en el que se les destroza sin compasión? ¿Qué ser humano es capaz de hacerlo? Me parecía, y me parece, casi inconcebible…
¡Qué compasión y horror sentimos cuando vemos a un bebé maltratado y sufriendo! Os aseguro que la compasión es mayor si el bebé es aún más pequeño y, dentro de su madre, no tiene quién lo defienda y ni siquiera puede, con su dolor, su llanto desgarrador y su desvalimiento, enternecer un corazón endurecido…
Después de todo aborto hay un duelo, un dolor, un vacío por ese ser humano que ha desaparecido, pero cuando el aborto es involuntario y espontáneo la madre lo supera muy bien, sin secuelas, y aún más pronto si se queda embarazada de nuevo. Esto es porque no hay sentimiento de culpa.
Pero es muy distinto si el aborto ha sido voluntario, provocado.
He comprobado y sabemos que una madre nunca, nunca, olvida al hijo que ella ha permitido que se le mate. Aunque pasen muchos años…
Sólo Dios podrá, si ella se lo pide, aliviarla y sanar esta profunda herida. Pues, con la triste experiencia de millones de abortos en España y en el mundo, sabemos que quedan secuelas de diversos tipos: físicas, síquicas y morales.
Sabemos qué difícil es tratar y quitar el “Síndrome post-aborto”, y qué difícil es que se perdonen las mujeres a ellas mismas, y que perdonen a los que no las ayudaron a seguir adelante su maternidad y cómo es su resentimiento hacia quienes les ayudaron a abortar sin informarles antes adecuadamente de todo esto.
Con la Ley, tristemente ya aprobada, ya no podremos salvar “en general”, a muchos niños sino, de uno en uno, a todos los que podamos…
Personalmente estoy convencida de esto:
Un hijo es siempre, siempre, siempre, una Bendición, tanto para la madre como para la familia que lo acoge, venga “como venga” y venga “cuando venga”, por adversas que sean las circunstancias o las condiciones en ese momento.
Las circunstancias pueden cambiar, mejorar, pero un hijo cruelmente asesinado ya nunca se recupera.
También hay algunas personas que piensan que se puede hacer pasar a los bebés un “control de calidad” y, según éste, decidir su vida o su muerte antes de nacer.
¿Qué madre lo haría con su hijo ya nacido? ¡Seguro que no dudará en cuidarlo lo mejor posible! Vemos que hay hijos con muy poca salud pero que hacen inmensamente felices a sus padres y a su familia. Los enriquecen, absolutamente, y estos hijos, debidamente atendidos, pueden ser muy felices igualmente. Hay infinidad de testimonios de esto que digo.
Pido que ninguna mujer aborte sin ser informada de todo esto y, también, que sea informada de lo que va a sufrir su pequeño, antes de morir destrozado, descuartizado. Que ninguna madre pueda decir: ¡Yo no lo sabía!
Como mujer, como madre y como matrona, estoy convencida y quiero afirmar, de nuevo, que un hijo siempre, siempre, es un Don de Dios, una Bendición para la familia que lo acoge.
Seguro que esta opinión es compartida por la inmensa mayoría, sobre todo si sois padres.

sábado, 27 de febrero de 2010

SOBRE EL TREMENDO ERROR HUMANO EN ESO DE CELEBRAR LAS DESGRACIAS. Por F. Abadía-Fenoll. Dr. en Medicina; Catedrático emérito de Biología Celular.

En la más pura y natural ideología que toma su origen en lo que en cuanto humanos somos, tan distintos a los animales pero a veces peor, se ha podido ver en TVE la celebración de un hecho tan doloroso, para todos, como lo es la “aprobación del aborto en las menores”; o no es, aparte de vergonzoso, muy doloroso:
a/ El que se celebre que alguna mujer tenga que abortar tras de haber concebido
b/ que se la desprecie poniendo sobre la “mesa” que se la llevaron “adelante” o
se dejó llevar. Y del “otro u ogro” ¿qué? -¿un sacacorchos?-
c/ que se la desprecie, como mujer, quitándole la libertad de ser humana
d/ que un 50% de humanos y el otro 50% no. Muy dolorosa división-votación
e/ que se engañe a las que se sientan auténticas feministas y se las minusvalore
como si el feminismo tuviera que ver con la destrucción de embriones.
f/ que haya que brindar con champagne cuando se pierde un ser que ya forma
parte, aún lo sea meramente física, del contenido familiar
g/ que celebremos una intervención que tiene sus peligros
h/ que se colabore, con su culpa adjunta, a quienes se sabe con una experiencia
probada que van a engañar y obtener dinero
i/ que se desprecie a una juventud a la que debemos ayudar y no llevarla de
tal manera que sume a su posible desgracia otra más
j/ que no se aprecie el gran hecho de ser madre y olvidando de paso nuestro
propio origen (claro que si no somos humanos y, tampoco lo eran nuestros
progenitores cuando nos concibieron…). ¡Qué diverso insulto! (renuncia).
k/ celebrar que haya borrachos o ladrones…¿y el Constitucional qué…?; acaso
hay que abrazarse cuando la Sociedad muestra su peor imagen…
l/ celebrar la pena que da ver que alguien pierde algo -alguien- se tome como
se quiera exponer…
m/ Y así… letra a letra, cuanto se quiera, en un agotar el diccionario hasta la Z

POR UNA ESPAÑA RAZONABLE Y SIN INÚTILES TENSIONES. Por Francisco Abadía-Fenoll. Dr. en Medicina; Catedrático emérito de Biología Celular.

Ha dicho el Presidente nacional Sr. Rodríguez Zapatero, según se ha visto por televisión: “ Nadie tiene derecho a eliminar (matar) a un ser humano” y lo ha pronunciado con un énfasis que por congruencia requiere:
1/ Dimitir a la Ministra de Igualdad que dijo que el embrión “está vivo pero no es un ser humano” (no hay que comentar más);
2/ también requiere el que deba afirmar y sin vuelta, para que no parezca que a los humanos nadie nos toma a guasa que: “El embrión y el feto son seres humanos”;
3/ y para que así no resulte que su frase sea un insulto a nuestras madres: debe alimentar el deseo de se permita “concebir y desarrollarse sin interrupción” y así manifestarlo porque de lo contrario parecerá que todas son, eran inhumanas, cuantas nos “llevaron en su seno siendo como algo que no es, era humano” (intolerable):
4/ que tal verdadera civilización se exponga en los centros haciendo énfasis del valor de la vida humana desde su comienzo a su fin (este es naturalismo del bueno);
5/ que en ánimo de crítica, ponga en su lugar y desprestigio a ese “naturalismo pornográfico” que es el origen en el que se propagan las barbaridades que vivimos, porque dada tal incultura: se está convirtiendo al sexo en una neurosis compensadora con el impulso insatisfecho de otras angustiosas tensiones;
6/ que en coraje y como Presidente, nos dé a entender que la misión de tal nivel consiste en poner orden y no en desorganizar, tampoco al ser “humano” (y lo diga a sus Ministerios).